Introducción
La
pandemia del COVID-19 es una emergencia sanitaria y social de orden mundial que
requiere acciones efectivas
por parte de los gobiernos, las personas y el sector empresarial e industrial. Estos últimos
juegan un papel fundamental en la minimización de la probabilidad de
transmisión y el impacto en la sociedad. La adopción de medidas reducen los
riesgos de corto plazo para los empleados y los costos de largo plazo para las
empresas y la economía en general.
Este protocolo de
acompañamiento para la reactivación de la producción es una herramienta
desarrollada por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo
Industrial que brinda orientaciones a la industria localizada en el territorio
colombiano frente a las medidas que puede implementar una organización con ocasión de la pandemia por COVID-19.
Su objetivo principal
es asegurar que la reactivación industrial se realice aplicando las medidas
posibles para la prevención del contagio con el fin de proteger la salud de los
trabajadores, los clientes y la continuidad del negocio. Las herramientas aquí
expuestas se basan en buenas prácticas organizacionales y recomendaciones por
las autoridades y entidades en materia
de salud y comercio que, en su conjunto, buscan servir de apoyo a las
organizaciones para la toma de decisiones en cuanto a los ajustes que se deben
darse durante el proceso de reactivación.
El Protocolo se ha
estructurado en 4 pilares con una aproximación práctica a través de
recomendaciones que pueden ser implementadas, considerando las áreas
productivas, de gestión estratégica y de relación con sus partes interesadas,
teniendo siempre como propósito central la protección de la salud de las
personas durante la reactivación del negocio.
En el Pilar 1, se encuentra un enfoque en la protección del trabajador y su relación con el entorno a través de aspectos clave como la higiene, logística en el área de trabajo,
la comunicación, y la gestión adecuada de los stakeholders.
Por su parte, con el
Pilar 2 se plantean las estrategias más importantes para la reactivación de las actividades de producción,
cuyos fundamentos se basan en las recomendaciones apropiadas para iniciar, el
análisis de brechas, información de la situación con clientes y proveedores, evaluación de liquidez y riesgo financiero, y las iniciativas de soporte industrial y empresarial a las cuales se
pueden remitir.
En el Pilar 3, las
organizaciones encontrarán herramientas para ejecutar un plan de desarrollo que
les garantice un marco de trabajo en el cual puedan visualizar riesgos,
mantenimiento de la estrategia de reactivación, tener un mecanismo de
vigilancia de la situación, tener mecanismos para nuevas negociaciones acordes
a la situación y la redefinición de presupuestos financieros adaptables a las
consecuencias presentadas.
El último pilar,
tiene como propósito brindar orientaciones en relación al mantenimiento y
sostenibilidad del protocolo de reactivación con miras al fortalecimiento de
herramientas de calidad y productividad, liderazgo en los miembros del equipo,
el reajuste de supuestos comerciales que sustenten la cadena de suministro y la
aplicación de lecciones aprendidas que conlleven a mejores resultados.
Si bien las acciones
específicas que cada empresa tome dependerán de la ubicación, la naturaleza del
negocio y de sus instalaciones todas estas contribuirán en conjunto a la
reducción de los riesgos que todas las partes interesadas (trabajadores,
clientes y socios) están actualmente enfrentando.